viernes, 11 de febrero de 2011

Renacer


Suave, despacio. Las gotas de lluvia se resbalaban por los cristales del metro dejando un rastro a su paso. La joven pensaba que cada una de las personas de su vida era como esas gotas. Pasan sin que a penas te des cuenta y se van de la misma manera, pero dejando cada una un rastro que no olvidarás. Algunas veces lo recordarás con cariño, otras veces con indiferencia, incluso puede que el odio se apodere de ti al pensar en determinados sujetos que has ido dejando atrás. Pero ese odio es lo de menos.

La joven se sentía feliz, plenamente tranquila, alejada de cualquier preocupación. Las gotas dejaron paso a un sol resplandeciente. El tiempo está tan loco como ella. Ese sol cegador se coló en sus pensamientos a la fuerza, haciendo que una sonrisa iluminara su cara. Pensaba en lo afortunada que era. Pensaba en que por fin sabia lo que se sentía. Pensaba en un millón de cosas que sólo se reducían a una: él.

La música de su mp3 la llevaba a lugares maravillosos, a los que siempre había querido ir. Pero esta vez no iba sola. No soltaría su mano jamás.

Observó a los que la rodeaban. Alguno contemplaba el horizonte, inmerso en sus pensamientos. Unas mujeres la miraban fijamente, probablemente porque no dejaba de bailar y tararear. Pero poco le importaba.

Bajó del metro y dejó que la música la impulsara camino arriba, hasta su casa. Caminando, con el sol frente a ella, el aire en la cara, ajustando sus pasos al ritmo de la música, sintiéndose mejor imposible. Soñando despierta...

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